PDHP corresponde a Porque Debo Hacer un Presupuesto.
Esta mañana leía una entrada de un blog emprendedor sobre la necesidad de hacer nuestro presupuesto personal, en mi opinión básicamente acertado, infinitamente más fácil conseguir ahorrar planeando que sin planear
Pero en mi opinión, a la idea de ahorrar le falta añadir la finalidad para lograr su efectividad. Es decir, anotar que deseamos adquirir con lo ahorrado. Al menos eso debería estar en la cabecera de nuestro presupuesto.
Porque por ejemplo, a veces vienen gastos imprevistos e ineludibles que se cargan un apartado de ahorro que pretendemos con el presupuesto y si la idea no tiene un sentido claro y no puede hacerse la pregunta ¿En global me funciona planear para tal objetivo? Va a resultar fácil que nos olvidemos del trabajo que supone el presupuesto pasados dos meses.
Hay que aportar motivación. No darle una dirección concreta implica ambigüedad, precisamente lo que queremos evitar haciendo un presupuesto. El no saber porque nos sacrificamos y privamos es muy duro.
En mi opinión el presupuesto es mucho más fácil de llevar a la práctica, por este orden, cuando cubre el compromiso de:
1.- Una necesidad de ahorro adquirido. Por ejemplo: atender a los plazos de un crédito personal, una hipoteca, la aportación a un contrato de futuros con una fecha de vencimiento...etc.
2.- Una obligación de ahorro adquirido. Por ejemplo: el compromiso de aportaciones a una cuenta empresa, a una cuenta para la adquisición de acciones, a un contrato de opciones...etc.
3.- Algo que se desee muy fervientemente. En este estado se encuentran muy pocas personas, pero el simple hecho del deseo fuerte suele abrir atajos que puentear con facilidad cualquier presupuesto.
En cualquier caso, cuanto a más largo plazo sea ese plan presupuestario, más fácil es que nos empeñemos en hacer lo posible porque nos salga mal, mejor esperar solo lo imprescindible.
Pero en mi opinión, a la idea de ahorrar le falta añadir la finalidad para lograr su efectividad. Es decir, anotar que deseamos adquirir con lo ahorrado. Al menos eso debería estar en la cabecera de nuestro presupuesto.
Porque por ejemplo, a veces vienen gastos imprevistos e ineludibles que se cargan un apartado de ahorro que pretendemos con el presupuesto y si la idea no tiene un sentido claro y no puede hacerse la pregunta ¿En global me funciona planear para tal objetivo? Va a resultar fácil que nos olvidemos del trabajo que supone el presupuesto pasados dos meses.
Hay que aportar motivación. No darle una dirección concreta implica ambigüedad, precisamente lo que queremos evitar haciendo un presupuesto. El no saber porque nos sacrificamos y privamos es muy duro.
En mi opinión el presupuesto es mucho más fácil de llevar a la práctica, por este orden, cuando cubre el compromiso de:
1.- Una necesidad de ahorro adquirido. Por ejemplo: atender a los plazos de un crédito personal, una hipoteca, la aportación a un contrato de futuros con una fecha de vencimiento...etc.
2.- Una obligación de ahorro adquirido. Por ejemplo: el compromiso de aportaciones a una cuenta empresa, a una cuenta para la adquisición de acciones, a un contrato de opciones...etc.
3.- Algo que se desee muy fervientemente. En este estado se encuentran muy pocas personas, pero el simple hecho del deseo fuerte suele abrir atajos que puentear con facilidad cualquier presupuesto.
En cualquier caso, cuanto a más largo plazo sea ese plan presupuestario, más fácil es que nos empeñemos en hacer lo posible porque nos salga mal, mejor esperar solo lo imprescindible.
Un saludo
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