Martín, propietario de una notoria distribuidora en aquella época, me invitó a cenar en su casa acompañados de su mujer que trabajaba es su empresa y Eliseo representante comercial. Amablemente Eliseo se ofreció a recogerme en su coche para ir juntos, cuando llegamos ambos quedamos impresionados de la mansión que tenía el esquimal, no solo en su apariencia moderna, a medida que entrábamos en la vivienda se “notaba” la falta de crisis.
En la cena piropeamos las habilidades de su mujer como cocinera y hablamos de negocios pero no fue lo importante. Tras la cena, nos sentamos en un cómodo sofá y ante una copa Eliseo se lanzó a preguntar:
– ¿Cómo ha hecho todo esto?” – refiriéndose a su fortuna. Confieso que yo, muy joven y expectante esperaba una respuesta del tipo, “compré esto...”, “invertí en aquello...” Pero lo que respondió fue escuetamente:
– ”¡Preguntando!” – e hizo una pausa para que nos penetrase la idea.
Nos contó que como muchos andaluces salió de su tierra intentando hacer fortuna y no tubo suerte al principio. Un día entró en un bar a tomar un café pensando si debía volver a Sevilla o no y en esto escuchó una conversación entre dos ejecutivos de una multinacional que se decían entre sí:
–Necesitamos a alguien que se haga cargo de la distribución en la zona.
Entonces Martín se dirigió a ellos y les dijo
– Perdonen que les moleste, no he podido evitar escucharles y no sé de negocios... si ustedes me explican lo que tengo que hacer... pero tengo muchas ganas de trabajar
¿¿¿Cómo no??? ¡Estaba ávidos de negocio! Sabían exactamente como hacerlo, se lo explicaron todo: Le adelantaron dinero, le pidieron que abriera una línea de esta forma, los clientes los vamos a captar así, nosotros te vamos ayudar en esto y en esto. Porque les interesaba distribuir sus productos.
Preguntando, preguntando humildemente se llega a todas partes. Yo creo que se puede preguntar absolutamente todo lo que queramos saber siempre que sea con respeto.
Preguntando el hombre se hizo rico.
En la cena piropeamos las habilidades de su mujer como cocinera y hablamos de negocios pero no fue lo importante. Tras la cena, nos sentamos en un cómodo sofá y ante una copa Eliseo se lanzó a preguntar:
– ¿Cómo ha hecho todo esto?” – refiriéndose a su fortuna. Confieso que yo, muy joven y expectante esperaba una respuesta del tipo, “compré esto...”, “invertí en aquello...” Pero lo que respondió fue escuetamente:
– ”¡Preguntando!” – e hizo una pausa para que nos penetrase la idea.
Nos contó que como muchos andaluces salió de su tierra intentando hacer fortuna y no tubo suerte al principio. Un día entró en un bar a tomar un café pensando si debía volver a Sevilla o no y en esto escuchó una conversación entre dos ejecutivos de una multinacional que se decían entre sí:
–Necesitamos a alguien que se haga cargo de la distribución en la zona.
Entonces Martín se dirigió a ellos y les dijo
– Perdonen que les moleste, no he podido evitar escucharles y no sé de negocios... si ustedes me explican lo que tengo que hacer... pero tengo muchas ganas de trabajar
¿¿¿Cómo no??? ¡Estaba ávidos de negocio! Sabían exactamente como hacerlo, se lo explicaron todo: Le adelantaron dinero, le pidieron que abriera una línea de esta forma, los clientes los vamos a captar así, nosotros te vamos ayudar en esto y en esto. Porque les interesaba distribuir sus productos.
Preguntando, preguntando humildemente se llega a todas partes. Yo creo que se puede preguntar absolutamente todo lo que queramos saber siempre que sea con respeto.
Preguntando el hombre se hizo rico.
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