En la cena piropeamos las habilidades de su mujer como cocinera y hablamos de negocios pero no fue lo importante. Tras la cena, nos sentamos en un cómodo sofá y ante una copa Eliseo se lanzó a preguntar:
– ¿Cómo ha hecho todo esto?” – refiriéndose a su fortuna. Confieso que yo, muy joven y expectante esperaba una respuesta del tipo, “compré esto...”, “invertí en aquello...” Pero lo que respondió fue escuetamente:
– ”¡Preguntando!” – e hizo una pausa para que nos penetrase la idea.
Nos contó que como muchos andaluces salió de su tierra intentando hacer fortuna y no tubo suerte al principio. Un día entró en un bar a tomar un café pensando si debía volver a Sevilla o no y en esto escuchó una conversación entre dos ejecutivos de una multinacional que se decían entre sí:
–Necesitamos a alguien que se haga cargo de la distribución en la zona.
Entonces Martín se dirigió a ellos y les dijo
– Perdonen que les moleste, no he podido evitar escucharles y no sé de negocios... si ustedes me explican lo que tengo que hacer... pero tengo muchas ganas de trabajar
¿¿¿Cómo no??? ¡Estaba ávidos de negocio! Sabían exactamente como hacerlo, se lo explicaron todo: Le adelantaron dinero, le pidieron que abriera una línea de esta forma, los clientes los vamos a captar así, nosotros te vamos ayudar en esto y en esto. Porque les interesaba distribuir sus productos.
Preguntando, preguntando humildemente se llega a todas partes. Yo creo que se puede preguntar absolutamente todo lo que queramos saber siempre que sea con respeto.
Preguntando el hombre se hizo rico.
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