lunes, 1 de octubre de 2007

¡Quemad los barcos!

Fuimos solo tres centenas de bravos hombres los que desembarcamos con la intención de conquistar la capital del imperio de los aztecas, Tenochtitlán (actual ciudad de México), la más poblada del continente, 300.000 habitantes.
Estimábamos encontrar una defensa de entre 10 y 20 mil guerreros. 300 contra 10.000 con optimismo. De otra forma, cada uno de nosotros debía dar cuenta de un mínimo de 34 indígenas.

Completamente desembarcados todos, nos mandaron formación de cara al lago por el que habíamos entrado desde el mar. Quedamos atónitos, incluidos los espías de nuestros enemigos mexicas, cuando nuestro general, Hernán Cortés, ordenó quemar los barcos que teníamos, los que nos habían traído hasta aquí.

Comprobada su orden ejecutada, Cortés viró lentamente el torso hasta encararse a nosotros y con la aterradora imagen de los navíos en llamas al fondo, elevó enérgicamente la voz a la tropa para decir “Ahora no tenemos barcos, sino ganamos no tenemos escapatoria alguna, sino ganamos moriremos”

¡¡¡Ganamos!!!”


Tener un refugio rebaja las motivaciones que impiden ver nuevas opciones. En el momento de elaborar nuestros planes o estrategias empresariales es buena idea abstraerse y preguntarse ¿Qué pasaría si no tuviéramos nuestros refugios?

Por ejemplo, un instalador de calentadores de agua está sopesando introducirse además, en el negocio de mantenimiento de piscinas. Podría preguntarse, ¿Si no existiese el negocio de los calentadores las expectativas del mantenimiento de piscinas por si solo me daría suficiente beneficio para mantener una estructura? Si la respuesta es “de momento no” lo probable es que las perdidas a medio plazo del segundo negocio atendiéndolo solo parcialmente fagocitaria los beneficios de la primera atendido solo parcialmente. En tal caso ¿Hay que reajustar el plan antes de introducirse?

Cortés conquistó la ciudad, según algunas lecturas perdió 150 hombres, algunos por la viruela, enfermedad que causó una verdadera matanza entre los aztecas de Tenochtilán, que no tenían inmunidad alguna.
Un saludo

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