viernes, 1 de febrero de 2008

Enamórate, vale tanto para tu trabajo como para tus amantes.

La gracia de enamorarse, superado lo platónico, es aprender a enfatizar todo aquello que nos parece asombroso de nuestra proyección del enamoramiento y empequeñecer los yerros negativos, con cierto humor si me apura.

Si esto sirve con nuestra: novia, mujer, marido, amante...etc. ¿Porqué no nos íbamos a enamorar de nuestro trabajo?

Es decir, cuando un cliente cascarrabias (al que le hemos proporcionado un trabajo impecable, por cierto) se queja... ¿Le hemos prestado la comprensión que deberíamos? ¿Sabemos su fondo? ¿Son sus circunstancias personales? Porque en realidad, más allá de que INCLUSO obtengamos un beneficio, lo que realmente deberíamos querer es que nuestro trabajo contribuya a proporcionar algo realmente bueno, que por ejemplo a este cliente le falte o desee.

Tal vez lo que estoy diciendo en esta entrada pueda parecer un poco... cursi, idílico o poco práctico, pero lo cierto es que son precisamente los pequeños detalles que emanan del enamoramiento por lo que hacemos, los que marcan la verdadera diferencia y los que abren efectivamente el candado de nuestros clientes, proveedores, acreedores...etc. hacia nosotros.

Por ejemplo, entre un bar vacío y el de al lado lleno lo que suele haber son matices. Quizás ambos compran la cerveza al mismo proveedor y el precio del alquiler es más o menos el mismo. La sonrisa de una camarera agradable a la que le gusta su trabajo o un chef que se haya parado un segundo en una mesa a interesarse por la comida, puede consistir el éxito o el fracaso.

¿Tiene claramente marcado el límite que separa lo que amamos hacer de lo que tenemos que hacer? Es decir, si nuestro trabajo consistiera en jugar al golf todo el día o viajar por todo el mundo a lugares con encanto ¿No nos cansaríamos? Pues hay golfistas profesionales y prospectotes de paisajes... incluso probadores de sofás.

¿Cuál es el motivo final de montar un negocio o hacer una inversión? Empresarios y emprendedores acorralados me suelen contestan dubutativamente algo así como "tener mucho dinero" Entonces la siguiente pregunta es ¿Con mucho dinero en tu empresa que harías? Y a partir de ahí pocos conocen una respuesta clara y concreta. Saber, es cercano conseguir.

La paradoja es, que los que sí tienen mucho dinero fruto de sus inversiones o trabajo, suelen estar enamorados del objeto de su negocio y enseguida tienen cincuenta respuestas casi automáticas a la pregunta anterior. Estos, aunque seguramente podrían dejar lo que hacen y probablemente les seguiría yendo bien, continuan. Mi teoria es porque aman y con eso abandonarían el placer oculto (y a lo mejor mal visto) de disfrutar de hacerlo por mí mismo.

Por ejemplo, me regalaron por reyes el libro del nuevo orgullo de las inversiones tinerfeñas,Ram Bhavnani, "Los secretos para ganar dinero en la bolsa" en que tras leerlo me he quedado con la sensación que al principio trató de escribir su biografía pero que mientras discurre lo que en realidad acaba haciendo es tratar de impregnar al lector de su amor por las inversiones, supongo que el título lo debió poner apresuradamente al final. Que me corrija si me equivoco.

Esta entrada es en base a que me dio por leer otra antigua y quiero aprovechar para traer al frente la referencia de una de las que más me gustan, Conectando Puntos. En su momento no agradecí a Recuros para Pymes, lo hago ahora, por colgar y subtitular el impresionante vídeo de Steve Jovs que menciono y recomiendo de esta forma.

Ahora que se aproxima San Valentín, hay que enamorarse.

2 comentarios:

Miguel Mora dijo...

Como sabes, mi punto de vista es como asalariado y no como emprendedor, sin embargo, desde este lado también es importante "enamorarte" de tu trabajo.

A pesar de que suelo quejarme bastante de tener que ocupar más de las tres cuartas partes de mi tiempo para cubrir mis necesidades básicas, intento que ese tiempo esté dentro de 'mi vida'. Quiero decir, intento ser la misma persona mientras trabajo que la que soy mientras no lo hago. Y eso, en mi caso, supone 'enamorarme' de mi trabajo, hacerlo con la misma dedicación que el resto de cosas que hago en esta vida.

Pienso que es fundamental no sólo a nivel económico, para conservar un puesto laboral o para lograr objetivos empresariales, también lo es para sufrir menos el estrés de la sociedad moderna y acelerada que nos ha tocado vivir, y por tanto, para ser feliz.

Rafael Pazos dijo...

No estoy de acuerdo contigo en absoluto, en cuanto a que no seas un emprendedor, creo que he dicho un par de veces (sino lo he dicho al menos lo he pensado) que lo eres.

Porque en definitiva ser emprendedor es simplemente un estado de mental de inconformismo que induce a querer decidir por ti mismo. Poco tiene que ver con ser: empleado, empresario, inversor, parado o pensionista.

Por ejemplo, tu elijes escribir un interesante blog Look Closer que la gente lee y presta un servicio informativo alternativo. Me puedes decir que con eso no ganas dinero, pero es que hay empresarios emprendedores que no solo no ganan, sino que además pierden.

Se puede ver así o no, es opcional, pero para mí en definitiva el asalariado es otro empresario, vende horas por un precio, normalmente a un solo cliente. Pero también hay muchas empresas que tan solo tienen un cliente, sea público o no.

El problema es que muchos empleados 'se olvidan' de cual es su negocio, pero también les pasa eso a muchos empresarios. A ver si me acuerdo y escribo mi visión sobre este tema importante.

Y al final, enamorarse (o no a elección) cumple con el mismo fin. Es lo que dices, se trata de ser confortablemente feliz.