Se trata de gestionar el inmovilizado al máximo. Desprendiéndose de todo aquello superfluo hasta el momento en que se requiera en la producción.
Eso permite por ejemplo, aumentar la rotación del inventario, la capitalización o eliminar necesidad de espacio de almacén. En definitiva se trata de realizar una gestión más rápida del circulante.
Imaginemos que fabricamos coches, cuando el vehículo se encuentra en una determinada posición de la cadena, incluso cuando el cliente nos hace un pedido, podemos deducir que un tiempo más allá vamos a necesitar ruedas. Calculando el tiempo en llegar el coche a ese punto y estimando el tiempo que el proveedor tarda en servir, podríamos lanzar automáticamente un pedido por 5 ruedas para cada coche en lugar de hacer grandes pedidos de por si acaso. Y el transporte de ruedas realizarlo ágilmente en furgoneta en lugar de mensualmente con pesados camiones.
Con ese sistema no solo la inversión y el espacio es menor, sino que implicamos a nuestros proveedores en un flujo comercial constante. Propiciando que pueda asumir mejor los compromisos con menor inversión, no es lo mismo fabricar 5 ruedas para ¡ya! que 500 de aquí a tres meses, que seguramente comenzará a fabricar cuando falte uno por evitar sacar dinero del bolsillo, incluso lo hacemos participe a los proveedores viendo la marcha de nuestro negocio.
En el caso de suministros ¿Perdemos margen comercial por comprar más veces menos cantidades? Creo que no necesariamente, calculando en orquillas podemos firmar lo que popularmente llaman en los supermercados “plantillas” o lo que los contratistas llaman "contratos de futuros" En definitiva por el compromiso de volúmenes que agrandan los ojos a cualquiera.
En cualquier caso, siempre será más barato la pérdida de unas décimas de descuento al coste del dinero para disponerlo nosotros, seguramente menor que el coste oficial del dinero, que podemos usar para potenciar, por ejemplo, nuestra propia red comercial. Al final todas las empresas, se dediquen a lo que se dediquen, son lo que entra menos lo que sale ¿no?
Aunque esta idea se desarrolló en los años 50, el concepto lo elevó a filosofía en la década de los 80, imagino que gracias a la aparición de ordenadores personales y programas informáticos, como el correo electrónico. Creo que con la aparición de Internet se puede hacer mucho más.
Hay maneras de contrarrestar en parte la insularidad que nos obliga a hacer pedidos voluminosos en contenedores enormes y al mismo tiempo encajar en el JAT como filosofía.
¿Se puede aplicar el JAT a empresas de servicios? Perfectamente sí, no voy a extenderme más, otro día cuento lo que creo.
Eso permite por ejemplo, aumentar la rotación del inventario, la capitalización o eliminar necesidad de espacio de almacén. En definitiva se trata de realizar una gestión más rápida del circulante.
Imaginemos que fabricamos coches, cuando el vehículo se encuentra en una determinada posición de la cadena, incluso cuando el cliente nos hace un pedido, podemos deducir que un tiempo más allá vamos a necesitar ruedas. Calculando el tiempo en llegar el coche a ese punto y estimando el tiempo que el proveedor tarda en servir, podríamos lanzar automáticamente un pedido por 5 ruedas para cada coche en lugar de hacer grandes pedidos de por si acaso. Y el transporte de ruedas realizarlo ágilmente en furgoneta en lugar de mensualmente con pesados camiones.
Con ese sistema no solo la inversión y el espacio es menor, sino que implicamos a nuestros proveedores en un flujo comercial constante. Propiciando que pueda asumir mejor los compromisos con menor inversión, no es lo mismo fabricar 5 ruedas para ¡ya! que 500 de aquí a tres meses, que seguramente comenzará a fabricar cuando falte uno por evitar sacar dinero del bolsillo, incluso lo hacemos participe a los proveedores viendo la marcha de nuestro negocio.
En el caso de suministros ¿Perdemos margen comercial por comprar más veces menos cantidades? Creo que no necesariamente, calculando en orquillas podemos firmar lo que popularmente llaman en los supermercados “plantillas” o lo que los contratistas llaman "contratos de futuros" En definitiva por el compromiso de volúmenes que agrandan los ojos a cualquiera.
En cualquier caso, siempre será más barato la pérdida de unas décimas de descuento al coste del dinero para disponerlo nosotros, seguramente menor que el coste oficial del dinero, que podemos usar para potenciar, por ejemplo, nuestra propia red comercial. Al final todas las empresas, se dediquen a lo que se dediquen, son lo que entra menos lo que sale ¿no?
Aunque esta idea se desarrolló en los años 50, el concepto lo elevó a filosofía en la década de los 80, imagino que gracias a la aparición de ordenadores personales y programas informáticos, como el correo electrónico. Creo que con la aparición de Internet se puede hacer mucho más.
Hay maneras de contrarrestar en parte la insularidad que nos obliga a hacer pedidos voluminosos en contenedores enormes y al mismo tiempo encajar en el JAT como filosofía.
¿Se puede aplicar el JAT a empresas de servicios? Perfectamente sí, no voy a extenderme más, otro día cuento lo que creo.
Un saludo
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